De acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), los contaminantes primarios son aquellos que llegan directamente a la atmósfera desde una fuente de emisión. Entre ellos se encuentra el dióxido de azufre (SO₂), un gas incoloro, de olor picante e irritante, que proviene de la combustión de combustibles fósiles con contenido de azufre, como el carbón, la gasolina y el diésel, utilizados principalmente en la industria y el transporte. Este compuesto también se clasifica como contaminante criterio, debido a los impactos negativos que puede generar en la salud humana y en el ambiente.
Un estudio de la Universidad Tecnológica Nacional (CONICET) sobre la exposición a corto plazo al dióxido de azufre, señala que la inhalación continua de este contaminante puede provocar inflamación en el sistema respiratorio, tos, secreción mucosa y el agravamiento de enfermedades como el asma y la bronquitis crónica. Así mismo, la exposición prolongada incrementa la vulnerabilidad a infecciones respiratorias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece como referencia que la concentración de dióxido de azufre no debe superar los 40 mg/m³ en un periodo de 24 horas, de acuerdo con los estándares internacionales de calidad del aire.
¿Cómo monitoreamos la calidad del aire de Bogotá?
Para alertar a la ciudadanía sobre posibles exposiciones elevadas a contaminantes, la Red de Monitoreo de Calidad del Aire de Bogotá (RMCAB) realiza mediciones diarias mediante 19 estaciones que cuentan con analizadores automáticos y sensores meteorológicos, que recolectan más de 5.900 datos al día sobre el estado del aire en la capital. Así mismo, cualquier persona puede acceder al Observatorio Ambiental de Bogotá (OAB), donde se encuentra disponible el indicador de Dióxido de Azufre – Promedio Anual. Este permite conocer la concentración promedio de SO₂ en la ciudad, con un registro histórico que abarca desde 1999 hasta 2024.
En 2024, el promedio diario de dióxido de azufre (SO₂) en Bogotá fue de 5 μg/m³. Según la Resolución 0610 de 2010 del MADS, que fija los niveles máximos permisibles de contaminantes en el aire, la concentración anual de este contaminante no debe superar los 80 μg/m³. Esto significa que el promedio registrado en la ciudad se mantuvo muy por debajo del límite establecido, sin representar un riesgo significativo para la calidad de vida de la ciudadanía.
Para aportar diariamente al mantenimiento de una buena calidad del aire, es fundamental reducir el uso de medios de transporte que funcionan con combustibles fósiles como gasolina, diésel o carbón. Siempre que sea posible, se recomienda optar por alternativas sostenibles como el transporte público, la bicicleta, caminar o el uso de vehículos eléctricos y de cero o bajas emisiones. De igual forma, adoptar un consumo responsable también contribuye: preferir productos fabricados con tecnologías ecológicas y evitar aquellos que utilicen envases tóxicos ayuda a disminuir la huella ambiental y proteger la salud de las personas.
