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En el corazón de la localidad de Kennedy renace el humedal El Burro

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Bogotá recibe un nuevo ecosistema recuperado, que ahora cumple con las funciones propias de un humedal sano, como son el control y prevención de inundaciones, la regulación del ciclo hídrico y, en especial, el ser reservorio de agua, hábitat de especies de aves residentes y migratorias y un área propicia para la recreación pasiva. Se trata del humedal El Burro, ubicado en la localidad de Kennedy.

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Los grandes beneficiados con estas obras serán los residentes de 20 barrios ubicados alrededor de este humedal, como Tintalá, Osorio II, Osorio III, Patio Bonito III, Castilla, Pío XII, Ciudad de Kennedy Norte, Valladolid, El Castillo y El Vergel Oriental, entre otros, que ahora pueden disfrutar los beneficios ambientales que ofrece este ecosistema, al cual se puede llegar por la avenida Ciudad de Cali, que lo atraviesa, o por la avenida de las Américas.

La tarea de recuperar la franja oriental del humedal El Burro, compuesta de cuatro hectáreas, estuvo a cargo de la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Bogotá, entidad que invirtió alrededor de 2700 millones de pesos en la excavación de aproximadamente 60.000 metros cúbicos de sedimentos y lodos depositados a través de los años, que colmataron la capacidad de embalsamiento y amortiguación de crecientes, además de la reconformación de taludes e islotes, a fin de generar nuevos hábitats para especies vegetales y animales.

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El 28 de febrero de 2014, la EAB dio inicio a las obras de la tercera fase de restauración hidrogeomorfológica en este humedal afectado por los rellenos de escombros y residuos de construcción y demolición. Los trabajos duraron un año y tres meses. Esta entidad ya había ejecutado dos fases iniciales entre los años 2007 y 2012, cuando se recuperó una hectárea y media de espejo de agua en las zonas ubicadas al oriente y occidente de la avenida Ciudad de Cali y a la entrada del canal Los Ángeles, con una inversión de 4.610.992.822 millones de pesos.

“Los resultados de esta intervención ya están dando sus primeros frutos con la llegada de más de 70 especies de aves que empiezan a retornar y a crecer en el humedal El Burro, generados por el mejoramiento del humedal que ahora brinda un espacio de recreación pasiva para los bogotanos del suroccidente de la ciudad”, manifestó Alberto Merlano, gerente del Acueducto de Bogotá.

El presagio de los búhos nacidos en el humedal El Burro

Con la llegada del 2015, el personal de la EAB que adelantó la tercera fase de la recuperación integral del humedal El Burro encontró, en el corazón de un junco, un nido con dos pequeños búhos que hacían graciosos intentos de volar hacia las ramas bajas. Este acontecimiento, indescriptible para ellos, era la señal viva de que este humedal está retomando poco a poco su función esencial de servir como hábitat y sitio de reproducción de fauna silvestre y, sobre todo, de que los esfuerzos de la EAB por recuperar tan invaluables ecosistemas están dando sus frutos.

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Y es que, aunque el trabajo en un humedal es gradual, arduo e integral, debe ser ante todo cuidadoso, pues al iniciarse cualquier intervención en uno u otro punto de estos ecosistemas, primero hay que adelantar un registro de fauna y, en especial, hacer el traslado de algunas especies, como ranas, reptiles, curíes y aves, a otras áreas dentro del lugar, en ocasiones con sus nidos y camadas, sin alterar sus comportamientos, para protegerlos mientras se realizan las obras en el sitio donde se encontraban.

Con estas precauciones, desde el 28 de febrero de 2014, fecha en que se dio inicio a esta fase de intervención, la EAB extrajo del humedal El Burro aproximadamente 60.000 m3 de sedimentos y lodos depositados a través de los años, a fin de recuperar su capacidad de embalsamiento y generar un cuerpo de agua de 2,5 hectáreas.

Una fracción de esos lodos excavados se reutilizó en la reconformación de islotes y taludes donde ahora crecen varias clases de junco, botoncillo, barbasco, vegetación que permite generar nuevos hábitats para especies vegetales y animales y atraer aves propias de este humedal, como el pato canadiense, la tingua de pico amarillo, la garcita bueyera, y otras nuevas como el pato turrio, el patico zambullidor, la polluela norteña, la tingua pico verde y la tingua bogotana, que en humedales como La Conejera fueron registradas por primera vez después de que se realizaron allí las obras de adecuación hidrogeomorfológica.

Adicionalmente, se construyeron diques que nutren permanentemente el cuerpo de agua del humedal e islotes que dan a las aves la posibilidad de resguardarse y escapar de cazadores furtivos como los perros y gatos, que a veces ingresan buscando alimento, a pesar de que el cerramiento está totalmente terminado y reduce de manera significativa los riesgos de afectación del humedal y sus habitantes.

Desde el 2007, cuando la EAB comenzó obras en este humedal, su ecosistema se ha venido transformando ante los ojos de la población de Kennedy, que fue testigo de su deterioro y que ahora ve con beneplácito su renacimiento, algo tan emocionante como presenciar el crecimiento de una pequeña familia de búhos en un lugar que hasta hace unos años presentaba un aspecto desolador.

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Esos pequeños búhos encontrados a comienzos de enero pertenecen a la especie Pseudoscopsclamator o búho listado, una familia que normalmente se observa en valles, sabanas o pastizales con árboles dispersos o perchas altas, donde se ubican para localizar a sus presas. Los ambientalistas valoran mucho su aporte a estos ecosistemas, por eso el personal de la obra, al hallarlos, los trató con la consideración y el cuidado que requieren todos los recién nacidos. Un bonito gesto, por ejemplo, fue alejar la maquinaria del nido para no estresar a padres y crías con los ruidos y el ajetreo propio de la obra. “Además se dejó un pequeño grupo de eucaliptos y acacias, llamado ‘el bosque de los búhos’, porque sin ser especies propias de humedales ni las más recomendadas para el trópico, permiten ofrecer a estas aves, que vienen frecuentando este humedal más o menos desde el 2007, un hábitat en el que pueden vivir y observar a los animales que les sirven de alimento. Para evitar que estos árboles crezcan en número, se hace un control permanente de los rebrotes”, afirma Marxia Motta, profesional del grupo de humedales de la Dirección de Sistema Hídrico de la Gerencia Corporativa Ambiental de la EAB.

La acogida de especies como esta es vital porque se trata de animales que prestan un gran servicio a los humedales y a la población aledaña, ya que, al ser aves de rapiña, controlan de manera natural la proliferación de roedores e insectos que los seres humanos suelen considerar ‘plagas’. En esta medida, el trabajo social que se hace a través de actividades de sensibilización con la comunidad es esencial porque permite entender, en especial a los niños, la importancia de facilitar a estas especies su permanencia en el lugar y de no molestarlas con caucheras y piedras que pueden hacerles daño.

De esta forma, Bogotá recibe un ecosistema vivo que ahora cumple con las funciones propias de un humedal sano, como son el control y prevención de inundaciones, la regulación del ciclo hídrico y, en especial, el ser reservorio de agua, refugio de la biodiversidad endémica, hábitat de especies de aves residentes y migratorias y un área propicia para la recreación pasiva.

Todos los ciudadanos de Bogotá, los habitantes de la localidad de Kennedy, que son más de un millón de personas, pero específicamente quienes residen en los 20 barrios ubicados alrededor de este humedal, como Tintalá, Osorio II, Osorio III, Patio Bonito III, Castilla, Pío XII, Mandalay, Ciudad de Kennedy Norte, Valladolid, El Castillo, El Vergel Oriental, entre otros, ahora pueden disfrutar los beneficios ambientales que ofrece este ecosistema, al cual se puede llegar por la avenida Ciudad de Cali, que lo atraviesa, o por la avenida de las Américas.

Asimismo, las especies propias de este humedal, que un día tuvieron que migrar a otros lugares debido a las condiciones de deterioro que presentaba este lugar, ahora retornarán atraídas por el nuevo aspecto que presenta: un hábitat lleno de vegetación y parches densos de juncal propicios para anidar y vivir, con espejos de agua amplios y una lámina de agua suficiente para poder zambullirse en busca de alimento.

Para ingresar al humedal, se deberá programar con anticipación la visita, esto con el fin de proteger el ecosistema y colaborar en el proceso de restauración, respetando la capacidad de carga del espacio (80 personas). Se atenderán máximo 3 grupos de 25 personas. La programación se puede hacer al correo claudia.olmos@acueducto.com.co

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