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El nuevo esfuerzo global para enfrentar el cambio climático

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Por primera vez, líderes, empresarios y activistas de más de 70 países se reúnen esta semana para hablar y crear alianzas que permitan hacerle frente al fenómeno.

El pasado sábado, a eso de las 11 de la mañana, miles de personas se tomaron el corazón de San Francisco. Desde abuelas preocupadas, feministas, indígenas amazónicos, nativos norteamericanos y asiáticos, hasta veganos hipsters, ciudadanos y activistas políticos se reunieron para gritar consignas y exigir acciones urgentes para frenar el cambio climático.

La marcha, que se replicó en 900 ciudades en un centenar de países, fue el abrebocas de uno de los encuentros ambientales más esperados del año: la Cumbre de Acción Climática Global (GCAS 2018), que se llevará a cabo entre el 12 y el 14 de septiembre.

El evento es el primero en su tipo. Después de que Donald Trump decidiera retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, que busca frenar el aumento de las temperaturas globales, las críticas no tardaron en aparecer.

Pocos días después del anuncio, en 2016, el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, y el gobernador de California, Jerry Brown, se convirtieron en las cabezas visibles de un grupo de políticos, activistas y empresarios que se oponían de manera frontal a la decisión tomada desde Washington.

“Haremos todo lo que se habría hecho si se hubiera mantenido el Acuerdo”, le dijo en ese entonces Bloomberg a The New York Times. Treinta alcaldes, tres gobernadores, más de ochenta universidades y 100 negocios gringos —incluyendo a los gigantes de Silicon Valley— se adhirieron a la propuesta. Ese número ya pasó los 3.500 afiliados.

El grupo hizo su debut en el ambiente enrarecido de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 2017 (COP 23). Allí fue más claro que nunca que, ante la inacción de Estados Unidos y la lentitud de los negociadores para terminar de confeccionar los detalles del Acuerdo de París, la sociedad civil sería quien debía llevar la batuta para frenar el cambio climático.

Fue así como se empezó a cocinar la Cumbre de Acción Climática Global. El lugar, por supuesto, sería California, el estado que ya prometió descarbonizar por completo su matriz energética para el año 2045. La ciudad: San Francisco, en donde se asientan las compañías más poderosas que han declarado abiertamente su compromiso con frenar el cambio climático.

Con las Naciones Unidas como principal aliada, el gobernador Brown y el exalcalde Bloomberg lograron traer a San Francisco a organizaciones indígenas, empresas grandes y chicas, científicos y líderes nacionales, regionales y ciudadanos para acelerar el cumplimiento de sus compromisos y la creación de nuevas alianzas.

“Nos estamos quedando sin tiempo”, dice Brown en la página oficial de la cumbre. Tiene razón: en noviembre de 2017, una investigación realizada por las Naciones Unidas demostró que, al ritmo al que se están moviendo los países, las posibilidades de mantener el aumento global de temperatura por debajo de los 2 grados Celsius para el final de este siglo es de menos del 2 %.

En agosto pasado, Patricia Espinoza, directora ejecutiva de la ONU Cambio Climático, señaló que, si bien el año 2020 tiene que ser el año en el que la curva de emisiones empiece a bajar para evitar un efecto dominó irreversible de degradación ambiental, 50 países no han cumplido con las metas propuestas y, lo que es peor, podrían alcanzar su pico máximo de emisiones después de 2020.

“Creemos que esta es la oportunidad de ratificar los compromisos que ya tenemos y de hacerlos todavía más grandes”, dice Brown en el video promocional del evento.

En la cumbre, que contará con más de cien eventos, se lanzarán nuevas alianzas políticas y económicas para combatir el cambio climático en el planeta en cuatro áreas fundamentales: sistemas energéticos saludables, crecimiento económico incluyente, administración de tierras y océanos e inversiones climáticas transformativas.

La meta, de acuerdo con los organizadores, es lograr que grandes ciudades salgan de allí comprometidas con la implementación de políticas de gasto cero en los próximos años, así como “amarrar” a por lo menos 500 grandes empresas para que se fijen a sí mismas objetivos basados en la ciencia. Por su parte, grupos de presión como los indígenas buscan que, a diferencia de escenarios como las Conferencias de las Naciones Unidas, aquí se reconozca su importancia para frenar el cambio climático.


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