Contribuir a la conservación de la riqueza hídrica, la adaptación al cambio climático y el empoderamiento de las mujeres rurales son unas de las principales motivaciones que tiene Doris Orozco para levantarse cada día y empezar a trabajar.
En las veredas Chisacá, Las Margaritas y La Unión, ubicadas en la localidad de Usme, esta mujer de 43 años lidera dos iniciativas a las que están vinculadas más de 20 familias: una red de monitoreo comunitario del clima y un proyecto de producción de suculentas.
A través de la red de monitoreo, las personas que viven en esta zona, especialmente las mujeres, realizan una medición de las variaciones del clima con el fin de tener un mejor pronóstico y utilizarlo como base en sus actividades de siembra.
“Tenemos un kit de termohigrómetros que toman los datos del clima dos veces al día para sacar una evaluación mensual que nos dice, por ejemplo, cuánto llovió, si hubo heladas o si cayó granizo”, explica Doris.
El proyecto de las suculentas tiene como objetivo aportar a la resiliencia del territorio al cambio climático y contribuir a la autonomía económica de las mujeres de la zona mediante su comercialización. Con estas plantas, que son reconocidas por su capacidad para almacenar agua, las personas vinculadas a la iniciativa también elaboran cuadros vivos, minijardines, terrarios y bonsáis.
Doris manifiesta que el desarrollo de estas ideas ha sido posible gracias al apoyo de las personas de la zona y expertos en el tema, como la ONG Conservación Internacional.
Poder femenino
Para Doris, es primordial involucrar a las mujeres en estas iniciativas y ayudarlas a empoderarse, porque es consciente de las barreras de acceso que existen para ellas en las áreas rurales. Además, considera que su papel es fundamental para el cuidado del medioambiente.
“Los procesos ambientales de la mano con las mujeres son más poderosos porque conocen el territorio y se apropian de él. Por muchos años se ha desdibujado el papel de la mujer en todos los procesos, entonces ¿por qué no empezar a darles una mirada diferente, de empoderamiento y autonomía económica, que es lo que no tienen las mujeres rurales y campesinas?”, expresa Doris.
Ella cuenta que, aunque siempre ha tenido un interés especial por el cuidado de la naturaleza, fue hasta hace seis años cuando empezó a mostrar su faceta de líder en pro del medioambiente y también de las mujeres.
Durante varios años, Doris fue víctima de violencia intrafamiliar. Un día, cansada del maltrato que recibía, le dijo “no más” a su agresor y empezó a formarse para conseguir un trabajo remunerado. Fue así como se graduó de bachiller, hizo algunos diplomados y en poco tiempo comenzó a ejercer como gestora comunitaria.
“Me di cuenta de que este proceso me ayudó a conocerme y entender que por más espinas que haya, estas también tienen rosas bonitas. Eso le enseña a uno a ser mejor persona”, relata.
Doris busca que estas iniciativas sean cada vez más conocidas para seguir uniendo esfuerzos que permitan enfrentar la crisis climática y mejorar la situación de las mujeres, a quienes les deja el siguiente mensaje: “Somos tan poderosas que nosotras mismas podemos pintar nuestro mundo de color. No permitan que nadie les apague esa luz o les diga que ese color no es suyo, porque ustedes deciden el color que les ponen a sus sueños, y estos hay que llevarlos al límite”.
SDA