Costumbres como la de soltar globos al aire en una celebración o ver un show de pirotécnica están bien vistas, pero generan un daño para la naturaleza.
Seguramente, la mayoría de las personas ven inofensivo para el medio ambiente soltar globos al aire en una celebración de cumpleaños o disfrutar una noche de un show pirotécnico como epílogo a un concierto o un evento. Sin embargo, estas prácticas que a primera vista lucen bien intencionadas pueden llegar a tener un impacto importante sobre la fauna y el ambiente en general.
Si tenemos en cuenta que se estima que un globo con helio puede llegar a ascender unos 10 kilómetros de altura, desplazarse a la deriva durante 24 horas seguidas y recorrer una distancia de hasta 3.000 km, este plástico puede viajar fácilmente de una ciudad a otra o, incluso, llegar al fondo del mar.
Es ahí donde un elemento ‘inofensivo’ puede ser confundido como alimento por un animal, tal y como ocurre con las tortugas que se lo comen y, en algunas ocasiones, les provoca la muerte. Igualmente, los lazos con los que se adornan pueden quedar enredados en las aves cuando están en el aire o, si el plástico llega a tierra, puede afectar a algunos mamíferos.
“Se trata de plástico que no se degrada fácilmente en la naturaleza. Principalmente, puede llegar a tener dos consecuencias. La primera es que puede afectar a la fauna porque las aves u otros animales se pueden enredar con el nailon en las alas, las patas o el pico, lo que les afecta la movilidad y su capacidad de alimentación. Del otro lado, los animales pueden confundir estos globos con alimento y si lo ingieren les puede causar daño, e incluso ocasionarles la muerte”, indicó Jefferson Galeano Martínez, profesor de educación ambiental de la Universidad de la Sabana.
En el caso de los fuegos artificiales, que también son un símbolo de celebración en muchos países, estos pueden generar daños en la naturaleza puesto que no solo contaminan el medio ambiente, sino que también pueden llegar a provocar incendios. Además, de acuerdo con un estudio publicado en la revista científica ‘Environmental Science and Technology, sus compuestos químicos también contaminan el agua y deterioran la fauna.
Estos fuegos liberan una serie de gases contaminantes como lo puede ser el monóxido de carbono (CO) y otras partículas que normalmente tardan varios días en disiparse en el aire. Además, si estos son inhalados por las personas en grandes cantidades pueden llegar a generar malestares y hasta enfermedades respiratorias en algunos casos.
“Los fuegos artificiales pueden ocasionar incendios al caer. Además, como son combustión de pólvora y liberan gases contaminantes pueden afectar a las personas o a los animales en función de su magnitud. A estos últimos les afecta su tranquilidad puesto que con el ruido que se genera se ponen muy nerviosos”, dijo Germán Vargas Cuervo, director de la Oficina de Gestión Ambiental de la Universidad Nacional.
Además, no hay que olvidar que en Colombia el uso de la pólvora produce en determinadas épocas del año, como son las Navidades, un elevado número de quemados. Solo el año pasado se lesionaron por esas fechas unas 675 personas. Además, según diferentes estimaciones, los valores promedios de contaminación en una ciudad sin restricciones de uso de pólvora se pueden incrementar entre 60% y 70%.
Asimismo, también existen otras prácticas que se realizan con una buena intención pero que pueden dañar el medio ambiente. Ahí están algunas como la limpieza en exceso de los litorales marinos o de los bosques que pueden llegar a destruir los ecosistemas donde habitan numerosas especies.
“Una de las mayores afectaciones es el ambientalismo puro. Me refiero a la total protección y conservación de los ecosistemas. Hay que recordar que los extremos siempre son perjudiciales. Un discurso de cero afectación no es posible. Primero porque uno como persona va a generar un bienestar para él, segundo para la comunidad y tercero porque creer que no va a haber ninguna afectación de la actividad humana no es posible”, opinó el profesor Galeano, quien explicó que otro ejemplo de ello podría ser el de la actividad minera puesto que, si no se permite realizar en un lugar legalmente, al final se hará en otro de manera ilegal y es en ese momento cuando afectará más al medio ambiente.
Igualmente, otras prácticas que son catalogadas como buenas, pero si se revisa en detalle pueden afectar al medio ambiente son algunas como el reciclaje. En ese sentido, los expertos indican que lo bueno no solo sería separar los residuos generados sino no comprar las mismas cantidades de alimentos.
También podrían entrar dentro de estas costumbres otras como la comida orgánica en la que se produce un proceso paradójico. Sus críticos resaltan que este tipo de agricultura requiere más tierra que la tradicional para producir las mismas cantidades de alimentos.
Por otro lado, otra de las prácticas sería la de suministrar medicamentos a los animales de explotaciones ganaderas puesto que estos se desechan en su gran mayoría por las aguas de la explotación y acaban en ríos, lagos y mares. Lo malo de esta actividad es que, por ejemplo, algunos como los antibióticos no aparecen en los análisis que se realizan en el agua para buscar contaminantes.