¿Qué?
Los Cerros Orientales de Bogotá no han sido siempre como los conocemos ahora, tupidos de pinos y eucaliptos. A mediados del siglo pasado, las montañas tutelares de la ciudad eran prácticamente un peladero. Todos los árboles nativos que alguna vez lo poblaron habían desaparecido, principalmente porque los habitantes de esa época usaban la madera como combustible para sus casas. Fue entonces cuando las autoridades ambientales decidieron reforestarlos con especies foráneas, un proyecto que logró darles una vistosidad paisajística impresionante, pero que a la larga está causando graves impactos ambientales en uno de los principales ecosistemas de la capital del país.
¿Por qué?
Los pinos pátula, los eucaliptos y el retamo espinoso son especies foráneas, es decir, que no existen naturalmente en el país. Prácticamente las 13.000 hectáreas de los Cerros Orientales están sembradas con ellas, y esto, en palabras del director de la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR), es “una amenaza latente”. Estos árboles y arbustos son altamente combustibles. Esa condición hace que en verano aumenten considerablemente la probabilidad de ocurrencia de incendios forestales. Además, como son árboles maderables cuya edad de corte pasó hace tiempo, existe el riesgo de que se generen caídas en “dominó”. Por último, su presencia ha causado una gran degradación del suelo y la absorción de grandes cantidades de agua de las fuentes hídricas. De ahí la urgencia de implementar un plan de restauración, algo de lo que se ha venido hablando durante años y que ahora, por fin, parece estar tomando un rumbo cierto.
¿Cómo?
En junio pasado, el director de la CAR anunció que la restauración debía intervenir inicialmente 4.000 hectáreas de los Cerros Orientales. A pesar de que esta entidad es la encargada de liderar el proceso, Franco afirma que es necesario que la sociedad se vincule protagónicamente en el mismo, pues “las administraciones son pasajeras y esto requiere un plan de largo plazo, al menos 10 años, que no dependa de las voluntades de los funcionarios”. Según él, la restauración ya tiene asegurados el capital humano y los recursos económicos, no solo por parte de su entidad y de la cooperación internacional, también por los que se generarían con el aprovechamiento forestal de los pinos y los eucaliptos. Sin embargo, falta definir el cómo. En ese sentido, se está tejiendo una alianza con varias organizaciones de la sociedad civil, académicas y no gubernamentales como Fundación Cerros de Bogotá, Amigos de la Montaña, la Universidad de Los Andes y Conservación Internacional para sumar esfuerzos en ese propósito. Este miércoles hubo una primera reunión en la que se echó a andar el proyecto y se definieron las primeras tareas para convertirlo en realidad. Así se dio el primer paso de un camino que deberá conducir a unos Cerros Orientales sanos y sostenibles.