En el corazón de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), sede Valmaría en la ciudad de Bogotá, florece un espacio verde lleno de vida y sabiduría: la Huerta Wayra. Su fundación, en 2008, fue llevada por dos mujeres estudiantes comprometidas con la agricultura y la comunidad local.
La historia de la Huerta Wayra comenzó cuando dos estudiantes, Diana Ayala y Katheryne Aldana, compartieron su visión de crear un espacio donde la agricultura y el conocimiento se combinaran para fomentar la sostenibilidad y el respeto por la tierra. Con entusiasmo y dedicación, buscaron apoyo dentro de la comunidad universitaria y encontraron aliados dispuestos a unirse a este maravilloso proyecto.
“Empezó como una actividad extracurricular que luego fue acogida como uno de los proyectos de la Facultad de Educación Física. Nuestro objetivo es que la agricultura ecológica, vista desde una perspectiva de ocio y recreación, aporte a la salud y bienestar de las personas”, dijo al equipo del observatorio Katheryne Aldana, actualmente docente en la UPN y coordinadora de Wayra.
Con el tiempo, la huerta se ha convertido en un punto de encuentro para estudiantes, docentes, funcionarios y miembros del barrio Nueva Zelandia, Güicaní, en Suba, donde el aprendizaje y la pasión por la naturaleza convergen en un solo lugar.
Desde sus inicios, Wayra se ha dedicado a cultivar una amplia variedad de productos, desde papas y lechugas hasta rábanos y maíz. Los cultivos se seleccionan cuidadosamente, buscando la diversidad y la relación armoniosa con la naturaleza. A través de prácticas agrícolas sostenibles y el uso responsable de los recursos, la huerta se ha convertido en un ejemplo vivo de cómo la agricultura puede coexistir en armonía con el entorno.
“Se han dado dinámicas adicionales que embellecen el proceso, como disfrutar la agricultura y el hecho de sembrar, conectarnos con la naturaleza, acompañar recorridos, incluso varios estudiantes realizan aquí sus prácticas”, agregó.
Jóvenes y adultos mayores comparten en la Huerta Wayra
Lo que hace que la Huerta Wayra sea aún más especial es su capacidad para reunir a personas de todas las edades y contextos. Adultos mayores de la comunidad cercana comparten su sabiduría y experiencia en la agricultura con los jóvenes estudiantes, creando un hermoso puente intergeneracional de enseñanza. Los jóvenes aprenden sobre las labores agrícolas y, a su vez, se conectan con la importancia de la agricultura para la seguridad alimentaria y la conservación del ambiente.
“Este es un espacio de construcción de ciudadanías planetarias , permite el diálogo de saberes y la legitimación del saber de los adultos mayores en la sociedad, pues son ellos quienes invitan a los jóvenes a aprender sobre estas labores”, dijo Ivonne Rodríguez, una de las coordinadoras actuales de la huerta.
¿Por qué del nombre ‘Wayra’?
El nombre de la huerta “Wayra” se deriva del término quechua “wayra”, que significa viento. Esta elección surgió de un profundo significado para sus fundadoras, quienes consideraron que la huerta representaba la esencia misma del viento: la libertad.
Al igual que el viento que fluye sin restricciones, la huerta les brindaba la posibilidad de cultivar un espacio en armonía con la naturaleza y fomentar un ambiente de aprendizaje y comunidad. Así, cada planta cultivada y cada experiencia compartida en la Huerta Wayra simboliza la libertad de conectar con la tierra y con quienes la cuidan.
Huerta Wayra: una de la joyas de la Universidad Pedagógica Nacional
Con el pasar de los años, la huerta ha dejado una huella perdurable en la UPN y en la comunidad que la rodea. Ha demostrado que, con pasión, compromiso y trabajo en equipo, es posible crear espacios de aprovechamiento del tiempo libre y cuidado del ambiente.
En resumen, Wayra es un testimonio vivo del poder de las mujeres líderes, de la sabiduría de los adultos mayores, del compromiso con la sostenibilidad y del valor de la comunidad en la construcción de un futuro más verde y armonioso. Su legado inspirador seguirá creciendo, nutriendo no solo los cultivos que alberga, sino también las mentes y corazones de quienes la visitan y participan en sus actividades.
