Desde hace cuarenta años Mauricio Rozo pasa la mayor parte del día frente a la Avenida Caracas. Allí tiene un local especializado en fotografía sobre la calle 58. Ha sido testigo de todas las transformaciones de este corredor vial de Bogotá y al parecer víctima de la contaminación. Hace cuatro años fue diagnosticado con un tipo de cáncer en la médula ósea llamado mieloma múltiple, una enfermedad que degenera las células plasmáticas, que conforman el sistema inmunológico.
No está comprobado pero un médico me dijo que el esmog de los carros y la contaminación ambiental podrían provocar este tipo de enfermedades”, dice.
Bogotá tiene todas las problemáticas ambientales comunes de una ciudad industrial y en desarrollo. Así lo explica el estudio ”˜Perfil de Salud Urbana en Bogotá”™ realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El deterioro es resultado de los contaminantes atmosféricos, la contaminación industrial de fuentes hídricas, y la contaminación visual y auditiva. El informe también indica que los planes de reforestación, el Día sin carro, el control de emisiones de gases de los carros y la Ciclovía son medidas útiles pero insuficientes.
Según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias como neumonía y cáncer de pulmón, y las enfermedades cardiovasculares. Se calcula que cada año 1.3 millones de personas mueren en el mundo a causa de este tipo de contaminación, en su mayoría, las víctimas son de países en desarrollo.
Rozo perdió diez centímetros de altura y gran parte de su masa ósea. Tuvo que ser sometido a un trasplante de médula y cada 45 días se practica una serie de exámenes para controlar su estado de salud. Ahora, cada vez que sale a la calle, procura taparse la nariz para protegerse del aire contaminado.
Los efectos en la salud y calidad de vida de los ciudadanos se deterioran con el aumento de la contaminación. Se sufre de afecciones bronco-respiratorias, oftálmicas y dérmicas. Otros han desarrollado alergias por el incremento de las emisiones en zonas industriales y avenidas transitadas.
El aire de la capital colombiana tiene altos niveles de contaminación, generada especialmente por los carros. Contiene partículas de dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, compuestos volátiles orgánicos y plomo.
Natalia Galán, de 29 años, padece rinitis crónica a causa del esmog. Una enfermedad que se ha convertido en parte de su día a día. Se ve afectada cuando está en un trancón y lleva la ventana abierta de su carro o al caminar para tomar un bus de servicio público.
En las mañanas, al salir de su casa al trabajo, sentía que se le cerraba la garganta y una fuerte congestión nasal. Pensó que era gripa y tomó durante dos meses medicamentos para contrarrestar los síntomas. Sin embargo, al no mejorar acudió al médico, quien le dijo que era muy probable que los contaminantes del aire le causaran esta alergia. En la actualidad, debe tomarse un antialérgico y taparse la nariz cada vez que sale a la calle.
Otra de las problemáticas que enfrenta la ciudad es el daño a los humedales y áreas verdes urbanas. La polución generada por la pequeña y mediana empresa es responsable de este impacto a dichas zonas. Además, desde hace años el ruido se ha convertido en un factor contaminante, un problema con efectos fisiológicos, psicológicos, económicos y sociales.
La Secretaría Distrital de Ambiente encontró, a partir de los mapas de ruido, el incumplimiento normativo y el número de quejas, que la ciudad tiene varias zonas críticas que requieren intervención. Como respuesta se inició una campaña llamada: No más ruido”. El objetivo de este Gobierno es reducir en 5 por ciento la contaminación sonora de tres áreas estratégicas de la capital.
En lo que va del año, la secretaría concluyó que las localidades con mayor contaminación visual son Suba, Engativá y Kennedy y Ciudad Bolívar. Allí hay un alto número de habitantes y por ende, incremento de la actividad comercial y de servicios. Además, es el estrato tres el mayor actor contaminante de publicidad exterior visual, por encima del estrato 1 y 2.
Otro hallazgo es que en estas zonas hay más áreas de expansión urbana y esto refleja la presencia indiscriminada de elementos de publicidad relacionados con actividades de construcción. Hay un caso como el de la localidad de Barrios Unidos, donde no hay una gran población y sí se presenta una actividad indiscriminada de publicidad e invasión de espacio público.
Mauricio Rozo trabaja desde hace 40 años frente a la Avenida Caracas en Bogotá.
Rozo, de 56 años, recuerda que cuando llegó a Chapinero había mucha contaminación por el gran número de buses urbanos y de servicio intermunicipal que transitaban en la avenida. Todo empeoró con la Troncal de la Caracas y luego con el Transmilenio: Cuando hay mucho trancón en esta calle, especialmente en hora pico, los gases y el humo de los carros y el Transmilenio se mete a los locales. Pero llega el momento en que uno se acostumbra y no pone cuidado”.