Cerca del 4,5 % de las especies que hay tienen afecciones por calidad de aire o falta de nutrientes.
Al árbol número 87410, ubicado en la esquina noroccidental del parque urbanización La Esmeralda, de Teusaquillo, se le inyectaron cerca de 10 bolsas con nutrientes para fortalecerlo. Es un urapán que recibe endoterapia, un tratamiento que prueba el Jardín Botánico, desde el año pasado, para especies en delicado estado.
Él hace parte de los más de 53.000 árboles enfermos que tiene Bogotá, y es uno de los más de 1.130 intervenidos en lo corrido de este año por alguna falencia física. En el 2016 fueron atendidos más de 18.500.
Se estima que este árbol lleva más de cuatro décadas en el sector. Está cubierto por una capa de líquenes (conformados por hongos y algas), que indican que la calidad del aire, por lo menos en este punto, se encuentra conservada, lo que permite su existencia.
Una vez los técnicos del Jardín Botánico José Celestino Mutis le realizan unas perforaciones a este urapán, para poder incrustar las bolsas con nutrientes, el árbol comienza a succionar el líquido, que está diluido con agua.
“Este tratamiento se puede aplicar a casi el 100 por ciento de las especies, con excepción de unas pocas. Es un tratamiento fitosanitario, para el control o manejo de alguna enfermedad, deficiencia nutricional o presencia de algún insecto o plaga que tenga la especie vegetal”, relata la ingeniera Lina Campo, profesional en manejo fitosanitario del arbolado urbano, de la entidad y quien estuvo a cargo de la jornada que se adelantó en este parque de Teusaquillo, incrustado en el centro de la localidad, en medio de casas de conservación patrimonial y en donde queda el CAI de Policía del barrio.
El urapán chupa los nutrientes como si estuviera deshidratado y permanece en este proceso durante un par de horas. “El árbol, a través de movimientos vasculares, lleva los nutrientes a la parte que más lo necesita. Esto nos sirve para llegar, por ejemplo, a las zonas más altas, a donde no tenemos fácil acceso”, comenta la ingeniera Campo.
Este árbol presenta deficiencia nutricional, por la baja calidad del suelo en el que está ubicado, pues este fue sedimentado para poder construir el barrio, lo que generó que las especies de este punto tengan una nutrición limitada. La misma situación se repite, según el Jardín Botánico, en varios puntos de la ciudad, como la carrera 7.ª, en donde los árboles padecen de caídas de hojas constantemente.
“Es un tratamiento fitosanitario, para el control o manejo de alguna enfermedad, deficiencia nutricional o presencia de algún insecto o plaga que tenga la especie vegetal.”
“La incorporación de los nutrientes hace que por lo menos se haga una asimilación y una asistencia a los arbolitos, con lo poco que ellos pueden subsistir, porque la demanda de purificación de aire que tienen es muy alta y no se compensa con lo que tienen en el suelo”, señala la profesional.
En este mismo parque hay diez palmas washingtonias, a las que el Jardín Botánico les cortó algunas hojas que estaban cayendo sobre el césped, lo que representaba un peligro para la comunidad.
“Nosotros le hicimos el llamado al Jardín por esta situación y vinieron de inmediato. Este parque es un pulmón del barrio, y sirve como centro de recreación tanto de la comunidad como de algunos colegios que se han instalado en casas y no cuentan con áreas verdes”, señaló Beatriz León, una líder ciudadana que cuida más de 70 árboles plantados en el parque.
Caída de hojas
En otro punto de la ciudad, los técnicos del Jardín Botánico fueron alertados por varios ciudadanos, quienes se quejaron por la caída de unos gusanos de las hojas de los árboles del parque El Virrey, en Chapinero.
Este es uno de los primeros espacios verdes lineales construidos en la ciudad y es un importante centro de recreación para los habitantes del norte.
Allí, principalmente la especie sangredado está siendo afectada por la defoliación o caída de hojas, producto de la sobrepoblación de un insecto del orden de los lepidópteros, denominado sangalopsis, que hace metamorfosis a una mariposa.
“El gusano llega al árbol porque el adulto pone el huevo sobre la hoja y este se alimenta de ella. La alta presencia de este insecto, que puede deberse a deficiencias nutricionales del árbol, hace que con el paso del tiempo se vea sin hojas, como un chamizo”, explicó la ingeniera Lina.
Estas mismas dificultades en la alimentación de los árboles, sumada a la mala calidad del suelo, afectan a otras especies como el magnolio, que es atacado por un hongo, síntoma conocido como antracnosis, que genera daños en su estructura.
El caucho sabanero y el falso pimiento son las dos especies que presentan mayores afectaciones por insectos que succionan su savia, lo que genera caídas de sus hojas y enanismo.
La ingeniera Lina recordó que la caída de hojas de los árboles impide que estos puedan capturar el aire, para luego purificarlo. “Además, los árboles frondosos mitigan el ruido del entorno, y atraen fauna, lo que es benéfico para el ecosistema”, concluyó.