El Observatorio Ambiental de Bogotá asistió a la conferencia Suelos y Alimentación”, realizada el pasado 19 de junio, y que hace parte de los conversatorios para construir sostenibilidad. En la conferencia se discutió la necesidad de que en la región capital se implementen políticas y diferentes instrumentos para garantizar la seguridad alimentaria de los bogotanos.
Todo bajo un contexto en el que se incentive la producción de alimentos, tanto en el ámbito urbano como en el rural, sin desconocer la importancia que el campo y el campesinado colombiano han tenido en la construcción del Estado.
Asimismo, se destacó la relevancia que tiene para ciudades como Bogotá, que los planes de ordenamiento territorial tengan presente la vocación agrícola del país y no incentiven de manera desmedida la expansión urbana.
Estos encuentros son liderados por el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, con el apoyo de la Alcaldía Mayor de Bogotá, la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia, IASS Potsdam y Canal Capital.
Los encargados de liderar esta charla fueron María Caridad Cruz, Directora de desarrollo local sustentable de la Fundación Antonio Nariño Jiménez; Hernán Darío Correa, Subdirector de emprendimiento, servicios empresariales y comercialización del IPES; y Manuel Rivera del Instituto de Estudios Avanzados para la Sostenibilidad de Potsdam (IASS) en Alemania. Los expertos destacaron los siguientes aspectos:
1. Al año, se pierden aproximadamente 24 millones de toneladas de suelos, recurso que se renueva lentamente, ya que se necesitan 2.000 años para obtener 2 cm de suelo fértil. La dimensión ambiental del asunto es más preocupante si se considera no sólo el servicio provisional del suelo, es decir, la producción de alimentos, sino los servicios de soporte y de regulación, estrechamente ligados a la cantidad y calidad de agua y a la prevención de desastres.
2. Si se habla de alimentación y suelos en un contexto urbano, cabe mencionar que en Bogotá, en un porcentaje importante de su área, se han establecido los suelos más fértiles, apoyándose en su productividad agrícola, pero han terminado por comprometerla mediante procesos de sellamiento y contaminación. Las grandes ciudades desarrollan una demanda elevada en productos agrícolas e impiden que su sustrato ecológico la pueda satisfacer. Por ende, la seguridad alimentaria y el manejo de la productividad de suelos en la región, son los grandes retos que la urbanización impone, y que a su vez es una de las mega tendencias de esta época.
3. El equilibrio de intercambios y de correlaciones entre ciudad y campo puede garantizar la sostenibilidad, basado en recuperaciones naturales de Bogotá, a través de una Estructura Ecológica Principal denotada en el Plan de Ordenamiento Territorial, de tal manera que convierta en un referente importante de las discusiones sobre los planes de desarrollo.
4. Para evitar que la tierra se aproxima a un punto de no retorno, se recomienda: detener la extinción de especies y poblaciones; emplear tecnologías apropiadas (económica y culturalmente) que utilicen fuentes de energía renovables; y generar asentamientos humanos con mayor eficiencia energética (construcciones, transporte, abasto de agua y otros).
5. Redefinir la agricultura. Concentrar la prioridad en la recuperación de la base de recursos y no en los indicadores económicos, ya que la agricultura se hace para producir dinero (a cualquier costo) no para producir comida”, dijo Bill Mollinson.
6. Transformar la agricultura y los hábitos alimenticios, ya que el aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, diabetes y cáncer está directamente relacionado con los alimentos. El cáncer de cerebro y la leucemia están creciendo a un ritmo anual del 1 al 3% (OMS). Cada vez se comen menos frutas y se toman más refrescos y jugos artificiales.
7. Aprovechar la alternativa de la agricultura urbana, cuyos principales beneficios son: contribuye a la alimentación de la población y a sus ingresos; mejora las condiciones higiénico-sanitarias de la ciudad, recicla sus desechos e incrementa a su masa verde; crea empleo técnico y productivo y es un componente de economía comunitaria; propicia espacios de acción conjunta, gobiernos locales y sociedad civil; disminuye la distancia entre la naturaleza y los seres humanos; y contribuye a enfrentar al consumismo.
8. El 90% del costo de los productos no corresponden a la producción en sí, sino a los gastos de transportación, empaquetado, embalaje, y sofisticadas envolturas, que a su vez dependen y están consumiendo recursos naturales. Es necesario otro mercado local, a granel, a precios justos para todos.
Conozca la conferencia completa en: www.youtube.com/watch?v=cD2Wr9KcWKo