Al comparar los avances de Bogotá en cuanto a la adaptación al cambio climático y en relación a los logros y metas de Francia en el mismo tema, se revela que aún queda un largo camino por avanzar. Eso sí, la capital colombiana también muestra sus logros y fortalezas. Así se reveló en el seminario ‘Miradas cruzadas sobre las ciudades sostenibles’, realizado ayer en la Cámara de Comercio.
Este evento de interés e impacto urbano se adelantó en el marco del año Colombia-Francia 2017, el cual tendrá amplia programación académica y cultural hasta diciembre.
Jean-Marc Laforét, embajador del país galo, recordó que en el mundo mueren un millón de personas cada año por la contaminación del aire. Al respecto, reafirmó la importancia del Acuerdo de París, firmado en noviembre del 2015, con la vinculación de 197 Estados encaminados a frenar y adaptarse al cambio climático.
A propósito, el funcionario comentó que su país se basa en tres renglones para enrutar los esfuerzos: uno, movilidad sostenible y calidad del aire; dos, eficiencia energética y construcción eficiente; tres, agua, saneamiento y gestión de residuos.
Sobre movilidad, la meta que tienen es que al 2029 el país europeo llegue a cero emisiones contaminantes gracias a su sistema de transporte público. La alternancia y complementariedad de modos de transporte, así como la apuesta hacia buses y trenes eléctricos salieron a relucir como el futuro.
En consonancia, otros expertos (secretario distrital de Ambiente, Francisco Cruz, y la representante de la agencia Vivapolis, Anne Charreyron, entre otros) destacaron la fortaleza de Bogotá con sus cerca de 400 kilómetros de ciclorrutas, y aunque señalaron la saturación del sistema TransMilenio, también reconocieron su capacidad para mover unos dos millones y medio de pasajeros por día.
Entre lo destacado figuró el certificado internacional HQE, el cual suministra la asociación público privada EcoQuartier-Cerway a edificios, urbanizaciones, centros comerciales, barrios y ciudades en lo concerniente a construcción sustentable y desarrollo urbano.
Funciona como una especie de consultoría-auditoría que se conecta con constructores y gobiernos desde la etapa de concepción de los proyectos hasta tres años después de construidos, para lograr que vayan en coherencia con la apuesta de cero emisiones, que generen desarrollo urbano y que vinculen a la comunidad en dinámicas económicas sostenidas.
Sobre este modelo de acompañamiento, los panelistas coincidieron en que Bogotá, si lo buscara, se vería beneficiada en sus metas relacionadas con el cambio climático, sobre todo en los próximos años, durante los que se realizarán desarrollos urbanos claves como el plan zonal del norte o Lagos de Torca, que habilitará miles de metros cuadrados para diferentes usos de suelo.
La Agencia Francesa de Desarrollo también impresionó a los asistentes, pues se mostró como una alternativa para financiar acciones impactantes que pueda emprender el Distrito.