Plenaria del Concejo aprobó un acuerdo que establece mecanismos para disponer de esos desechos.
Con 27 votos a favor y tres en contra, la Plenaria del Concejo de Bogotá aprobó el proyecto de acuerdo 389 de 2018 liderado por la concejala Lucía Bastidas, del Partido Verde, que ordena establecer un plan de acción para que ni chicles ni colillas de cigarrillo sigan contaminando Bogotá.
Si usted arroja una goma de mascar o un cigarrillo a la calle está haciendo un daño ambiental y económico a la ciudad nada despreciable.
De uno en uno: un caos
Una colilla contiene más de 4.000 sustancias tóxicas. Y arrojarlo al agua contamina más de 8 litros de líquido.
Por ejemplo, durante una jornada de limpieza en la que participaron estudiantes de la Universidad Católica, el equipo de la Unidad de Apoyo Normativo de la concejala y funcionarios de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) se recogieron más de 3.000 colillas en los alrededores de la Universidad Católica de Bogotá en un día de fin de semana.
Si esos desechos hubieran permanecido en la calle, posiblemente se habrían contaminado 24.000 litros de agua.
Por otra parte, están los chicles. Según un estudio del ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón (Madrid, España), un resto de este comestible tarda cinco años en descomponerse. Y, después de pasar tanto tiempo adherido al suelo, toma una consistencia que dificulta separarlo del piso.
En la plaza de Bolívar, la empresa Aguas de Bogotá contó más de 50.000 gomas de mascar pegadas al suelo en 2013. Limpiar esa zona costó, al año siguiente, alrededor de 2.500 millones de pesos.
¿Y ahora?
La propuesta de la concejala Bastidas, aprobada por la plenaria del cabildo, compromete a tres actores principales: las entidades distritales, las productoras de chicles y cigarrillos y los ciudadanos.
Desde las entidades distritales, una vez el alcalde mayor, Enrique Peñalosa, sancione el acuerdo, se procederá a definir las sanciones pedagógicas y los comparendos ambientales. Secretaría de Ambiente y la Uaesp serán las encargadas.
También deberán trabajar en la instalación de canecas de basura con dispositivos para las colillas de cigarrillos.
Los empresarios, por su parte, tendrán que realizar campañas publicitarias sobre los efectos ambientales y de daño al patrimonio que implica arrojar este tipo de productos sin ningún cuidado.
Y, desde los ciudadanos, se espera lograr un plan de educación y sensibilización ambiental.
“Es un llamado a arrojar las colillas en canecas y envolver los chicles en sus empaques. Todo para prevenir daños ambientales a nuestra ciudad y preservar el inmobiliario”, explicó la concejala Bastidas.
Así se hace en el mundo:
Mientras en Bogotá se dan los primeros pasos para controlar estos desechos, en otros países las medidas han sido mucho más drásticas.
En Quito, por ejemplo, la multa es de 63 dólares si se escupe la goma. Además, en 2010, la capital de Ecuador inició una campaña para que los ciudadanos limpiaran estos restos de zonas patrimoniales.
En Singapur fueron más lejos. Desde los años 90 se prohibió importar, fabricar y vender chicle. En 2004 se permitió su consumo con fines terapéuticos.
Respecto a las colillas de cigarrillo, la ciudad canadiense de Calgary sanciona con 1.000 dólares a quien arroje este tipo de basura. Calgary es considerada una de las urbes más limpias del mundo.