Se llama Nuevo Cortijo, y las obras se iniciaron en enero. Es un ecosistema de 4 hectáreas.
Si un ciudadano entra al humedal Nuevo Cortijo antes de que salga el sol, escuchará el ruido de las ranas sabaneras que llegaron a este ecosistema, que se adecúa desde enero de este año, en el costado norte de la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) Salitre.
El espejo de agua tuvo que construirse en compensación de la ampliación de esta infraestructura, en cuyos terrenos había un antiguo botadero de basura que con el paso de los años se cubrió de tierras y se volvió un terreno inundable, al que algunos residentes llamaron por años humedal El Cortijo.
Por la obra de ampliación de la PTAR, se debe intervenir este terreno, de propiedad de la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca, entidad que, ante las protestas de los vecinos de algunos barrios de Engativá, realizó estudios del agua del humedal, que se forma, dicen ellos, solo en época de lluvia, y encontraron rastros de metales pesados y otras sustancias que representan un peligro, a largo plazo, para la fauna que llega a El Cortijo.
Por eso, y tras la concertación con la mayor parte de la población vecina, se decidió compensar el ecosistema, de 1,5 hectáreas (de las cuales una tercera parte es espejo de agua), con 70 hectáreas (ha) de nuevos terrenos adecuados, entre ellos el Nuevo Cortijo, con un área de 4 ha y 4 espejos de agua.
Este conecta con la Madre Vieja del Neuque (zona de amortiguación de inundaciones en invierno), de 15 hectáreas, y con otras 50 ha del sector conocido como ‘filtro de los humedales’ (ver mapa).
El Nuevo Cortijo está ubicado junto al humedal Juan Amarillo y es un conector ecológico estratégico del occidente de Bogotá, pues conecta este gran espejo de agua con el Jaboque, entre las localidades de Suba y Engativá.
Con estas obras no solo se busca integrar ambientalmente la zona y garantizar espacios para la fauna que migra en los primeros meses del año a Bogotá desde países como Canadá, sino también dirimir la pelea que empezaron algunos residentes de El Cortijo, el año pasado.
El reciente humedal:
La adecuación del Nuevo Cortijo comenzó en enero de este año. Su cuerpo de agua alberga juncos y eneas, en donde las especies de aves que han llegado ya han depositado sus huevos.
Hoy se pueden apreciar en su interior tinguas pico rojo y americanas, patos canadienses, monjitas, el llamado bichofué, la garcita huellera, la garcita real, y también hay madrigueras de curíes y comadrejas. La facilidad del cuerpo de agua es que al limitar con el humedal Juan Amarillo, sirve de corredor ecológico.
Por el momento cuenta con especies generalistas, según explicó la CAR. Es decir, con aves que se adaptan con facilidad a estos ecosistemas, pero la meta de la entidad es que lleguen especies selectivas, “que solo viven en ambientes de cero contaminación y cuyas aguas tienen buen nivel de oxígeno, como ocurre con las tinguas bogotana y moteada, el pato turrio y el cucarachero de Apolinar, algunas de las cuales se encuentran en estado crítico”, indicó el Fondo para las Inversiones Ambientales en la Cuenca del Río Bogotá (Fiab), de la CAR.
Como es un proceso de rehabilitación ecológica, puede tardar hasta diez años para que la vegetación nativa crezca por completo, pero la CAR espera que el próximo año ya empiecen a llegar especies selectivas.
Pelea con la comunidad:
Uno de los inconvenientes que tuvo la adjudicación de la ampliación de la PTAR Salitre –proceso que se surtió en abril del 2016 y comenzó labores preliminares en campo desde este lunes, 3 de abril– fue la manifestación de algunos miembros de la comunidad que se oponían a la intervención del sector de El Cortijo.
En su momento, la fundación Humedales de Bogotá, que se ha encargado de estudiar estos ecosistemas, señaló que El Cortijo, defendido por la comunidad, sí es un humedal, pero artificial.
Este se formó porque allí funcionó un relleno sanitario a cielo abierto, entre 1979 y 1985. Cuando se construyó la primera etapa de la PTAR Salitre, en los años 90, se removieron taludes de residuos a la zona en donde se formó, años después, el cuerpo de agua El Cortijo.
Para la ampliación de la PTAR se intervendrá esta zona, se retirarán los desechos y se adecuará el terreno, según explicó la CAR. “La idea con este nuevo ecosistema de compensación es que la fauna y flora cuenten con una mejor agua y un mejor ambiente”, recalcó la entidad.